Análisis en contraste por Edgar Salazar Macías
Las investigaciones que no llegan
En las últimas semanas se ha dado a conocer que en Tlaxcala hay una epidemia de Guillain-Barré, ya van más de 81 casos confirmados a lo largo del estado, y hasta hace unos días, eran cuatro las muertes confirmadas derivadas de ese padecimiento. Es extraño que un padecimiento como éste, se encuentre tan extendido, y que de pronto existan tantos casos, sin que se pueda determinar la razón.
No estamos ante la presencia de un virus, que justificara la rápida propagación o contagio, lo más aproximado que podemos pensar es que al ser una bacteria el común denominador, hay una fuente de contaminación, y que la misma ha permitido su propagación, siendo que ese medio de propagación, ha llegado a distintos puntos del estado, y que hasta el momento es una fuente no identificada.
En un plano ideal, en el que la administración pública estatal, en coordinación con la federal, habrían activado algún protocolo de investigación para determinar la razón por la que han aparecido tantos casos, recordemos que existe una Coordinación Estatal que se encarga de prevenir los riesgos sanitarios (y este parece serlo), así como una Coordinación a nivel Federal que se encarga de lo mismo, cada una actuando en su respectivo ámbito de competencia; y es en ese momento que surge la pregunta, de en qué momento se están realizando las investigaciones pertinentes para determinar la fuente de propagación y contagio.
Algunos investigadores de salud pública y epidemiología, han sugerido que quizás se debería voltear a ver el agua que hay en el estado, lo sugieren como una posible causa ante la falta de evidencia que apunte a otra fuente, debemos recordar que existe un gran historial de contaminación del agua en el estado, primordialmente por las empresas que descargan sus aguas grises y negras, sin tratar, a los afluentes como el río Zahuapan, y es ahí donde se prende una alerta más, el excesivo número de casos de insuficiencia renal en el estado.
Es así como un tema nos lleva a otro, como el nulo interés de las autoridades, a lo largo de muchos años, en regular la descarga de aguas por parte de las empresas, el escaso tratamiento de aguas, y el poco interés en hacer funcionar las plantas de tratamiento. Haciendo un comparativo con otros países, por ejemplo Estados Unidos, la regla general es que existen plantas de tratamiento de agua para poder sacarle el mayor provecho al vital líquido… pero tal parece que en nuestro estado, siquiera pensar en que se obligue a las empresas a no contaminar, de la forma en la que lo hacen, es un sueño guajiro, entonces ni pensar en que el tratamiento de las aguas se pueda convertir en la regla.
Pero bueno, ligando ambos temas, cuántas enfermedades se están provocando por la contaminación del agua en el estado, no lo sabemos, pero lo que sí es seguro, es que las autoridades pueden hacer más de lo que están dispuestas a hacer. Sería interesante ver que se hicieran visitas para verificar las descargas de aguas en las empresas, o simplemente que se analizara de manera adecuada el agua que hay en cada municipio, y determinar cuantas partes por millón hay de cada compuesto que puede ser dañino para el hombre. Pero mientras que no haya políticas públicas y programas estatales que incidan en estos temas, seguiremos sin respuestas, y seguirá siendo un misterio porqué un estado tan pequeño tiene tantos casos de insuficiencia renal, o porqué de pronto tenemos una epidemia que nadie se puede explicar.