A CAPELLA Por MAURICIO HERNÁNDEZ OLAIZ - Linea de Contraste

A CAPELLA Por MAURICIO HERNÁNDEZ OLAIZ

Siendo morenista.

En estos momentos debe ser difícil ser morenista. Pero el morenista de abajo, el verdadero creyente, el comprometido, el que ayudó a fundar al partido en Tlaxcala. De esos morenistas que en verdad tienen la camiseta bien puesta, que no tienen otro credo político más que el de no robar, no mentir, no traicionar, de esos que quieren a México libre de corrupción.

Debe ser difícil ser un morenista de cepa, de origen, de los que acompañó a López Obrador en su lucha política de 18 años por transformar a la nación. Y es que las desilusiones deben ser grandes, tortuosas, desalentadoras.

A solo dos años de creado el partido, su crecimiento era inobjetable, motivo de satisfacción para los miles de militantes que veían en la elección de 2016 la gran oportunidad de competir, de ganar las urnas, de comenzar la transformación de México. Confiaban en Mari Carmen Ramírez, esposa del ex gobernador Sánchez Anaya, y uno de los pioneros del movimiento en Tlaxcala, así como en Edilberto Algredo Jaramillo y Nieves Roldán Rodríguez para encabezar la candidatura a la primera magistratura.

Los pioneros de morena, los fundadores, los que andaban boteando en las esquinas para apoyar al movimiento, los preocupados por los presos políticos, aquellos inconformes por la pésima distribución de la riqueza en México, vieron llegar de la nada a Martha Palafox.

Se inconformaron, gritaron, protestaron, la imposición de la ex priista y ex petista era una frenta a la lucha, al movimiento. Cuestionaron su pasado, la acusaron de corrupta, de no tener estructura, enviaron cartas a los medios, llenaron las redes de frases como “Morena si, Martha No”, hasta que llegó su líder.

El creador del movimiento, el fundador, el personaje amado, venerado, se paró frente a ellos y les dijo “Martha es morena” y le levantó la mano. Muchos tragaron gordo, otros se retiraron, los más aplaudieron. López  Obrador ungió a Martha como candidata al gobierno a sabiendas de que lo único que asemejaba a Palafox al partido era su color de piel.

El resultado fue el esperado, muchos abandonaron al joven partido, entre ellos Sánchez Anaya y Edilberto Algredo, dos de sus pilares. Otros se mantuvieron aunque mantuvieron pública su inconformidad. El partido aún debía madurar para mostrar su verdadera diferencia con el resto. En morena había de todo menos unidad.

Finalmente, el resultado fue el esperado, Martha perdió y por paliza, ni siquiera el apoyo de López Obrador le permitió a la huamantleca quedar entre los tres primeros. Consiguió solo 36,939 votos, la mayoría gracias a los fieles morenistas, los de abajo, los comprometidos, los que tienen la playera bien puesta. Palafox fue incapaz de hacer competitivo al partido, se quedó a más de 100 mil votos de su odiada compañera de fórmula al senado.

Se había escapado una oportunidad de la urna, pero había otra muy pronto, solo 4 años y medio después. Los fieles morenistas, los de abajo, los creyentes los comprometidos ya saben lo que es la victoria. Su Mesías es presidente, ganó a la buena, la transformación comenzaba, para ellos, a caminar en México.

Pero muy pronto la desilusión regresó. De nueva cuenta el gran líder levantaba la mano de otra tránsfuga. ¿porqué no nombró a nadie del movimiento?, se preguntaban los alicaídos morenos. La súper delegada muy pronto mostró lo que todos esperaban, los verdaderos militantes, convertidos en siervos de la nación veían perder poco a poco sus oportunidades y hasta sus trabajos, a manos de seguidores, aplaudidores de la que su amado presidente había nombrado para el “Bienestar”. ¿Por qué no nos escuchas Andrés?…se leía en alguna olvidad red social?

Denuncias, evidencias, inconformidades, de nada sirvió. El gran mesías no los escuchaba, y si lo hizo, evidenció que las bases poco le importan…A 4 años de aquella imposición de Palafox, ahora morena les imponía a Lorena Cuéllar.

Qué difícil debe de ser hoy ser morenista. Hoy el partido es el más importante de la nación, son partido en el gobierno, pero lejos de demostrar que en verdad son diferentes, las estructuras de poder del partido y del gobierno están en manos de desertores de otros partidos que les cerraron las puertas o simplemente ya no eran viables para mantenerse en el poder.

Hoy están en morena y son los líderes de las cámaras, de las dependencias, del gobierno, pero sobre todo de las candidaturas. Porque…¿quién se va a acordar de aquellos fieles morenistas, los de bajo, los comprometidos, los que botearon para apoyar al movimiento? ¿Lorena?….no lo creo.

Hoy la división, el rompimiento, la incredulidad son evidentes en morena. Su base su militancia está decepcionada. La mejor muestra aquellos que tomaron las oficinas de su sede nacional. Llegaron de todas partes y con la misma molestia. La imposición de aspirantes de dudosa reputación.

Qué difícil deber ser hoy ser morenista. Pues ya muchos se han dado cuenta de que el partido que les prometió el cambio, la democracia, la igualdad, no es muy distinto a aquellas otras fuerzas políticas que han hundido a la nación.

Pero el mensaje de morena sigue siendo el de la unidad…

@oalizmau