ENFOQUE DH Por FRANCISCO MIXCOATL ANTONIO
Los hermes mexicanos.
Hermes, según la mitología griega, es el Dios de los ladrones, de la astucia y la mentira, entre otras des virtudes; pero por su grado de inteligencia, elocuencia y habilidad para las relaciones sociales era considerado un pícaro divino, un trickster o embaucador. Algo así como un ladrón, pero educado y elegante para cometer sus fechorías, en términos llanos podemos decir un ladrón de cuello blanco, en estos tiempos de video escándalos.
Hermes, era dado al fraude, al perjurio, al robo, pero con la habilidad, destreza y elegancia que les impregnaba a sus actos, fue puesto en los altares míticos. Parece que una parte de la clase política mexicana, le rinde sendos tributos a este personaje mitológico. En pleno siglo XXI, Hermes ha reencarnado en varios políticos, o muchos de ellos son dignos herederos de este Dios de la rapacidad.
En este mismo sentido, se dice coloquialmente que, ni pío dijo el pollo. Y pío tiene varios significados según la connotación que se le quiera dar, Pío es el que le rinde culto a su religión, a su Dios y sus santos; igual puede ser la forma en que las personas llaman a los pollos para merecer sus alimentos. Desde el dicho popular, se dice cuando una persona simplemente no la hizo de tos o de p… roblema.
Tal parece que la sociedad mexicana, ante tanto escándalo de corrupción que a diario se ventila en los medios y en las redes sociales, ya ni pío le hacemos. Sólo la impotencia nos priva, la desconfianza, la incredulidad y la certeza de que a final no va pasar nada. Estos hermes mexicanos, son intocables; sus actos son sancionados mediáticamente y quien llega a pisar la cárcel, le buscan los recovecos legales para que después de cierto tiempo gocen de su libertad y vuelvan a sus andadas, somos el país del pan y circo.
En tanto, México se encuentra infestado por esta otra epidemia llamada corrupción, una enfermedad cultural que no respeta ni credos, colores o partidos. Lo mismo la padecen los impíos o de la renovación moral, que los conservadores o neoliberales; los de derecha, izquierda o centro izquierda o, para la ideología que le quiera dar; el sistema político mexicano hiede a pudrición. Mientras el pueblo noble y sabio continúa jodido y pagando todos estos pillajes.
En esta guerra de linchamientos mediáticos o en la llamada era de los video escándalos, en su temporada iniciada con: “El señor de las ligas” en marzo de 2004; en este mismo año se dio a conocer otro suceso que cimbró a la clase política, cuando el llamado “Niño Verde”, recibía un soborno de dos millones de dólares para la creación de un corredor turístico en la ciudad de Cancún; los más recientes el de las “Maletas azules” o el de las “Bolsas de papel”. Todos estos eventos nos reflejan la clase política que nos gobierna, sin el más mínimo sentido de ética en el servicio público.
No es lo mismo, sobornar, robar, extorsionar o corromper en millones de dólares, que en pequeñas cantidades de miles o cientos de pesos. Y si, no es lo mismo por el valor pecuniario. Pero legalmente lo que se debe sancionar es la conducta de la persona que solicita, recibe o acepta dinero de manera ilícita. No por la cantidad, sino por la conducta delictiva. Así de simple.
El robo puede ser poquito como dijo el clásico Hilario Ramírez Villanueva, mejor conocido como “Layín”. Y entre “la rasuradita, nomás una rasuradita”, políticos van, políticos vienen y el latrocinio sigue siendo el mismo.
Mientras vemos a un Sistema Nacional Anticorrupción que este año se le asignó un presupuesto global, entre las instituciones que lo conforman por alrededor de cuatro mil 913 millones de pesos; en tanto, a los sistemas locales fue de aproximadamente 507 millones de pesos. Se sabe que su función es prevenir, investigar y sancionar la corrupción, fortalecer la confianza ciudadana en las instituciones y fomentar la cultura de la legalidad y las buenas prácticas en el servicio público. Pero al parecer no han hecho nada.
Este engrane institucional para combatir la corrupción no funciona y si trabajan y no funciona, que está pasando con estas instituciones que le cuestan caro a los mexicanos. Mientras el virus de corrupción sigue cundiendo. Y al igual que la vacuna contra el Covid 19, no se ve para cuándo.