El fuego encendido durante 16 días se extinguió con un espectáculo en el que los anfitriones enaltecieron el esfuerzo de los atletas, su música y danzas tradicionales.
Tras dos semanas y media de competencias, Japón pasó la estafeta a París en el estadio Olímpico de Tokyo que, como en la apertura, lució vacío en las tribunas debido a la pandemia por el Covid-19.
Los japoneses, que se ubicaron en el tercer sitio del medallero, iniciaron su ceremonia con el desfile banderas para dar paso a la entrada de los atletas, esta vez mucho más informales y desenfadados que en la Apertura.
Los efectos de luz y sonido que incluyeron el Himno a la Alegría, pusieron a bailar a los cientos de deportistas que días antes se convirtieron en los héroes y heroínas de sus países.
Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) y Sebastian Coe, titular de World
Athletics, fueron los encargados de premiar a los medallistas de maratón en ambas ramas, previo a la entonación del Himno Olímpico.
Francia, próxima sede olímpica en tres años, entró en escena con La Marsellesa interpretada en escenarios icónicos como el Museo de Louvre, la Torre Eiffel y los Campos Elíseos.
“Ustedes hicieron mágicos estos Juegos, nos inspiran porque se adaptaron a los cambios por la pandemia. Estas semanas de competencia nos dio esperanza, solidaridad y paz. Estos fueron unos Juegos sin precedente, lo hicimos juntos”, dijo Bach, al clausurar oficialmente la justa veraniega.
El espíritu olímpico ya viaja a París…arigato Japón.