Reforma al poder judicial, dicotomía de AMLO Por Ángeles Zepeda - Linea de Contraste

Reforma al poder judicial, dicotomía de AMLO Por Ángeles Zepeda

¿Quién es bueno o malo? ¿Quién lo puede decir? ¿O al menos deducir? Esa cuestión fue abordada por Rousseau, quien aseveró en su Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres: «El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad quien lo corrompe»; en contra parte, Maquiavelo sentenció que «el hombre es malo por naturaleza a menos que le precisen ser bueno» en su obra El Príncipe.

Al parecer, el presidente López Obrador pierde el sueño por la noches con este dilema filosófico que no encontrará respuesta inmediata, si no, que la misma historia es quien lo demuestra.

Sin embargo su opinión es bastante sencilla, todo es blanco o negro, en el país hay dos polos, los buenos, quienes están de acuerdo con él y su visión de la realidad, y los que no, los malos.

Bajo esta lógica fue que cimentó su campaña política, y con su impacto le hizo triunfar ya hace seis años; antes de irse al retiro el presidente López Obrador quizo dejar para la posteridad su visión bien arraigada en la república, por lo que en febrero presentó su propuesta de reforma al poder judicial de la federación para evitar que la corrupción siga perpetrando en cada institución, pues a través de la decisión del pueblo bueno y sabio, los jueces y magistrados serian seleccionados, dejando de la lado la experiencia para el cargo.

Si la reforma busca proteger a la justicia de intereses personales, ¿Cómo fue posible que tras su aprobación hubieran acuerdos que violaron sus principios?

El clan de los Yunes, conocido por sus desfalcos del erario público, corrupción, nepotismo y abuso de poder, son el ejemplo de que la reforma no tiene como misión lo que planteó el presidente, pues son los menos indicados para hablar de honestidad, si no, que evidencia que la reforma viene podrida desde su interior al escudarse tras ese tipo de actores.

Expertos en materia jurídica, ex jueces, magistrados, alumnos de derecho, hasta la Magistrada presidenta Norma Piña lo dijeron, la reforma es solo una excusa para que el Presidente coloque a quienes obezcan sus decisiones desde su retiro.

En una escena que quedará para la posteridad, el Senado de la república se vio inundado por manifestantes destruyendo el recinto, gritando «¡La reforma no va!», y acusando de traidores de la nación a los senadores morenistas que levantaban la mano en pro de la reforma.

La imagen de Yunes padre con una expresión glacial desde el fondo de sus ojos azules abiertos anormalmente, temblores invadiendo todo su cuerpo mientras trata de controlarlos sin éxito evidenciado por su mano izquierda, de pie en el podio del Senado de república ante una multitud de senadores, y manifestantes, unos lo llaman a gritos «traidor», otros, lo apoyan por lo que está por hacer, pues en su decisión se encuentra el camino entre la autonomía del poder judicial o su subordinación ante el ejecutivo será considerada como la nueva representación de la traición junto con Antonio López de Santa Ana.

A pesar del desacuerdo del gremio judicial, está reforma ya había sido aceptada, pues desde hace seis años lo que dicta Andrés Manuel López Obrador es apoyado ciegamente por militantes morenistas, quienes han sucumbido a la nueva hegemonía política, y renunciado al principio de justicia y soberanía.

Ya se veía venir, sin importar que PRI, PAN, y PRD hayan movido cielo, mar y tierra para evitarlo, sin embargo estas son las consecuencias de su cinismo y corrupción de hace 70 años, el hartazgo del pueblo mexicano solo es un sintoma de las acciones del PRIAN.

Finalmente, queda una responsabilidad que el pueblo mexicano deberá asumir, pues más allá de una obligación como ciudadanos, es una necesidad aprender qué hace cada institución para comprender su funcionamiento y tomar decisiones que garanticen una justicia para todas y todos, pues no todo debe ser magenta, azul, verde, o amarillo, se requiere un equilibrio entre colores, formas y poderes, si no, el rumbo del país seguirá la voluntad de una visión que solo comtempla sus propios intereses, y eso, no significa una realidad digna y justa para todos.