SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA
El arte de informar para desinformar
El Presidente López Obrador de tiempo atrás se ha adueñado de la agenda informativa de todos los días, su estrategia mediática de las conferencias “mañaneras” se ha convertido en su principal arma político-electoral, a través de ellas impone la verdad que quiere y suprime la que no le gusta o no sirve para sus fines políticos, pero ¿Por qué tiene tanto impacto lo que dice?
Es simple, la culpa la tienen tanto el PRI como el PAN y el PRD, los tres se empeñaron en cometer un sinfín tal de abusos y torpezas políticas que cayeron en el descredito total ante la opinión pública. Para no ser injustos con la militancia de base de dichos partidos pongámosle algunos de muchos nombres que habría que señalar de dirigentes de estos tres institutos políticos.
En el PRI en gran culpable es el expresidente Peña Nieto. En 2012 logró devolver a este partido a la Presidencia de la República después de dos derrotas electorales consecutivas, si bien su triunfo se basó en la construcción mediática hecha en torno a la torpeza del entonces Presidente Calderón y la explotación del “voto hormonal” derivado de su aspecto físico, ello no fue garantía de su futuro actuar, el cual, lejos de restaurar y proteger el capital político de su partido, lo dilapidó al cometer un abusos de poder y presuntos actos de corrupción que llevaron a muchos de los que votaron en 2012 por ellos a que concluyeran que el tricolor no aprendió de sus derrotas y seguía siendo el mismo partido de rapaces que siempre. Así, este partido desperdició la segunda oportunidad que la ciudadanía les dio.
En el PAN Vicente Fox y Felipe Calderón durante sus respectivas presidencias no supieron hacer más que repetir los recetarios del PRI para gobernar y, tampoco pudieron modernizar a su partido para sacarlo de su visión político-social del siglo XIX, lo que terminó por reducir su universo de votantes a personas de convicción obtusa o que desconocen el ideario de este partido, el cual cada día se aleja más de la sociedad del siglo XXI. Si bien tienen un piso de votantes para prevalecer en el sistema de partidos nacional, no les facilita elevar su presencia, ya que sus posturas confrontan los derechos humanos, sobre todo de mujeres y minorías en condición de exclusión que cada día cobran más fuerza en la conciencia de la ciudadanía.
El PRD pasó de ser el “gran proyecto de la izquierda política mexicana” a ser la “escort” de tricolores y azules por voluntad de Jesús Ortega y Jesús Zambrano, los tristemente célebres “Chuchos”, quienes después de empujar fuera del partido a las demás corrientes de pensamiento, se apresuraron para actuar como “marchantes” de todo lo que pudieron vender a cambio de prebendas personales, llevando al partido amarillo de estar a un paso de la Presidencia de la República, a tener que luchar por la supervivencia de su registro legal.
La carencia en estos tres partidos políticos de personas con calidad moral para confrontar mediáticamente a López Obrador ha sido lo que le ha permitido apoderarse del escenario político explotando el enojo popular a su favor. Don Andrés Manuel dice verdades de Perogrullo sobre tricolores, azules y amarillos y con ello esconde lo que sucede al interior de su bando, a donde las corruptelas empiezan a salir por las alcantarillas y las mentiras y engaños son el ingrediente principal de la narrativa oficial.
La visceralidad discursiva de Don Andrés Manuel cada día es más virulenta, su intolerancia a cualquier crítica se está volviendo peligrosa, literalmente utiliza los recursos del Estado para azuzar el linchamiento mediático, o de formas que pueden ser más peligrosas, contra comunicadores, políticos y demás personas que osen contradecirlo o exponer cosas que le afectan. Las “mañaneras” se han convertido en una especie de juicio sumario en el que él es juez, fiscal y jurado popular en la descalificación y deshonra de quienes le caen mal. López Obrador ha perfeccionado el arte de informar para desinformar.