SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

Dos mujeres y una gobernadora

Uno de los mayores saldos políticos positivos que la elección le dejó a Lorena Cuéllar Cisneros (aparte del cargo de gobernadora del estado) fue el ubicarla como la mujer con mayor influencia política en el ámbito local, sin embargo, la dicha que ello le ha de haber causado podría en pocos días ver aparecer nubarrones en su radiante cielo, y no porque su cargo o autoridad política estén en riesgo, sino porque su condición de mujer más empoderada en la política doméstica puede pasar a ser compartida por el activismo político de otras dos tlaxcaltecas más.

Por una parte, Adriana Dávila Fernández inició hace unas semanas una interesante cruzada para lograr ser la primera mujer elegida por la militancia de su partido político como Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional, (Cecilia Romero Castillo ocupó el cargo por dos meses y medio en 2014 sustituyendo a Gustavo Madero Muñoz, quien pidió licencia temporal), si bien Dávila no sería la primera tlaxcalteca en alcanzar la dirigencia nacional de uno de los partidos políticos nacionales (Beatriz Paredes Rangel lo fue en el PRI entre 2007 y 2011), si lograría con ello alcanzar la cúspide de una partido político muy conservador, que no se ha significado por su inclinación hacia los temas de la agenda feminista, lo que sin duda pondría a Adriana ante la eventual disyuntiva de ser una presidenta nacional que abra el partido hacia temas más liberales, o a que simplemente haga mutis en ellos y sostenga la línea política conservadora del panismo. Sin embargo, alcanzar la presidencia nacional de Acción Nacional en lo local le daría a Dávila Fernández una circunstancia política similar a la Cuéllar Cisneros.

Por otra parte, Ana Lilia Rivera Rivera cabildeó entre las estructuras de su partido político (MORENA), para que le concedieran ser la presidenta de la mesa directiva del Senado de la República para el periodo legislativo que inicia el 1 de septiembre próximo. Sin embargo, movimientos en el tablero de ajedrez en que el presidente López Obrador juega, parecen haber dado al traste los anhelos de Ana Lilia, quien tendrá de “disciplinarse” en espera de otras oportunidades.

No obstante, Rivera seguirá siendo senadora, cargo donde ha tenido sol y sombra, ya que, si bien públicamente se manifiesta como ferviente seguidora del presidente López Obrador, ha incurrido en dos pecados y un exceso visibles. El primero fue votar en contra del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el segundo fue invisibilizar su apoyo a Cuéllar durante la campaña de ésta a la gubernatura de la entidad, y la tercera fue auto definirse como “la más humilde hija de Tlaxcala” en un intento por aparecer al más puro estilo del priismo, como producto de la cultura del esfuerzo, lo que género más ironías en su contra que gestos de apoyo.

Ana Lilia continuará esforzándose en su intento de robar reflectores a Cuéllar como otra mujer empoderada en el ámbito local con el respaldo de la dirigencia nacional de su partido y eventualmente del propio presidente López Obrador, si es que realmente ella está en el ánimo de él.

Rivera, al igual que Dávila, busca trazar su camino a la elección gubernamental de 2027 (previa aduana electoral en 2024), aunque cada una con posturas diferentes en torno a López Obrador. Dávila siente fobia y Rivera filia por él. En lo que sí coinciden ambas es en la escaza empatía que cada una se profesa de forma recíproca con Cuéllar Cisneros, lo que en el caso de Dávila no afectará en las decisiones de su partido respecto a sus pretensiones inmediatas, pero eventualmente sí pudiera pesar en el caso de Rivera si es que Lorena Cuéllar busca influir en su partido para contener el avance político de Ana Lilia en el ámbito local, al cual si lo apreciamos como un “panal”, será entendible que en él no puede haber “dos reinas”, al menos del mismo partido .

Un aspecto que tanto Dávila como Rivera no deben perder de vista en sus aspiraciones gubernamentales para 2027 es que la paridad de género a que están obligados los partidos políticos en sus postulaciones de candidaturas podría jugar en su contra dentro de seis años, ya que en 2021 tanto el PAN como MORENA destinaron a Tlaxcala como parte de las entidades que llevarían candidata mujer, lo que en una interpretación paritaria haría que en 2027 ambos partidos tengan que postular hombres a la gubernatura para dar alternancia a la paridad no solo en Tlaxcala sino en todos los estados en adelante.

Interesante será ver cómo se desarrolla la puesta en escena tlaxcalteca de “dos mujeres y una gobernadora”.