SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA
La alineación con la que inicia
La integración del gabinete gubernamental constituye uno de los actos más esperados por los adictos a la política, saber quién si y quién no estará en los cargos de poder público se convierte por semanas en tema de mesas de café, en las que se discuten las virtudes y motivos para apostar por tal o cual persona, y sobre en qué oficina estarán despachando cada una.
Los motivos que tras bastidores se dan para que un gobernante asigne una responsabilidad de primer nivel a una persona pueden ser tan diversos como poco entendibles para algunos, ya que, cada decisión tomada puede significar futuros aplausos o recordatorios familiares para el mandatario, quien es el único responsable por el actuar de sus futuros secretarios, coordinadores, directores y demás, en razón de que él es el único facultado para designarlos.
Sin embargo, parece haber tres criterios generales y una limitante para la toma de estas decisiones: de los criterios, por un lado, están las personas de mayor confianza del gobernante, en un segundo bloque los aliados estratégicos de este, y en un tercero aquellos necesarios ante la circunstancia, aunque no sean de los de confianza, ni de los estratégicos. En cuanto a la limitante, esta se relaciona con la seguridad emocional interna de quien decide, ya que, si esta es frágil seleccionara a personas de un perfil mediático menor al de ella para no sentirse opacada, pero si su seguridad emocional es fuerte no tendrá temor en designar a personas que tengan mayor carisma, ya que no se sentirá amenazada por ello.
La parte del gabinete que la gobernadora electa dio a conocer a través de quien será el secretario de gobierno inicial de su gabinete, contiene personas que bien se acomodan en los dos primeros criterios generales, hay amigos cercanos a ella, Sergio González y Homero Meneses, por mencionar a algunos, y también aliados estratégicos como Eréndira Cova y el hijo del exgobernador Sánchez Anaya, pero faltan por ser incorporados los correspondientes al tercer criterio, los que aún y cuando no fueron parte de su campaña le son necesarios, porque no tiene cerca perfiles con esas características, y le son necesarias para atender áreas de su gobierno que son muy sensibles a la crítica de la sociedad.
En cuanto a lo relacionado a las limitantes emocionales para designar, no es un secreto para nadie medianamente informado de la política local, de la fragilidad emocional de la mandataria electa, de ahí que su gabinete (al menos la parte ya presentada) es de perfil discreto, o sea un equipo con mucha tropa y oficiales pero sin ningún general, los cuales, además empezarán sus funciones bajo una especie de advertencia de que serán evaluados (sería interesante que se hicieran públicos los criterios de evaluación) en cuatro meses, lo que para la óptica del clima laboral sano es más una política pública de terrorismo laboral que de búsqueda de la eficiencia, ya que esto obligará a los funcionarios designados hablando en términos futbolísticos a “jugar al cero, cero” para asegurar su permanencia, en vez de tratar de brillar en su trabajo, lo que es un reflejo de la fragilidad emocional ya comentada líneas arriba.
De los designados, algunos son poco o nada conocidos en el ámbito público local, y habrá que esperar a ver su desempeño para emitir juicios sobre ellos, de los que sí se tienen mayores datos en esta ocasión nos referiremos a dos, reservado los demás para próximas entregas: Sergio González Hernández. Hasta hace pocos años era un furibundo panista, anti izquierda que de repente se quedó sin cobijo político y dio un giro de 180 grados en su presunta filiación política y se volvió “lorenista” (aclarando que ello no significa ser de izquierda. A ella difícilmente podría catalogársele como tal), González ya ocupó el mismo cargo durante el gobierno de Héctor Ortiz, lo que obliga a reflexionar cuáles son los motivos detrás de su regreso a la Secretaría.
La Secretaría de Gobierno es el cargo político más importante del gabinete, sin embargo, en política hay una máxima que dice “gobernador fuerte necesita de secretario de gobierno débil” y viceversa, “gobernador débil requiere de secretario fuerte”. En los últimos 25 años en Tlaxcala ha habido muy pocos secretarios de gobierno fuertes (quizá solo Federico Barbosa y Gelacio Montiel), la mayoría solo ha sido una “correa de trasmisión” entre el gobernador y la sociedad, y Sergio lo fue así con el gobernador Ortiz, por lo que no es de esperarse que sea distinto con Lorena Cuéllar, y que esa cualidad haya sido en parte factor para que ella lo haya designado, ya que no le representará presión interna alguna para próximas candidaturas electorales, sin duda que Sergio aspira, pero si se la dan (sea cual fuese) asumirá silente, y si no se la dan tampoco le generará alboroto a la gobernadora por ello, cumple bien con darle seguridad emocional a su jefa en ese sentido.
Homero Meneses Hernández. Nadie enterado de la política local duda de su cercanía con la gobernadora electa, ni de su preparación e inteligencia académica, como tampoco, nadie duda de que él es el peor enemigo de sí mismo por su carácter intolerante, faccioso y hasta ofensivo con todo aquel que no está del lado de ellos, controlarse a sí mismo será un reto mayor para Homero que la construcción de su relación, tanto con el siempre complicado Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación como con las no menos complejas asociaciones de padres de familia. Homero al igual que Sergio, también tiene sueños electorales futuros, solo que, a diferencia de la discreta personalidad del futuro secretario de gobierno, Meneses por su carácter le puede al final resultar a la gobernadora alguien con mayor dificultad para aceptar un “no serás candidato”.
Sin embargo, ambos futuros secretarios serán de los pocos “exentos” en la evaluación de los primeros cuatro meses, su vínculo de amistad debe al menos concederles esa gracia de parte de la gobernadora, a menos de que cometan una pifia que los vuelva insostenibles, o que sean víctimas de un factor externo fuera de sus alcances.