SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

Los viejos políticos

 

Para quienes hoy cuentan con menos de 30 años, sin duda alguna, poco conocen de aquellos políticos que gobernaron de los años 60s hasta 2018;  la compleja “izquierda dentro de la Constitución” de Adolfo López Mateos, viajero incansable; la férrea tiranía de un Gustavo Díaz Ordaz, incapaz de tolerar una disidencia y dispuesto a usar la fuerza para sofocarla; el populismo de Luis Echeverría Álvarez, repartidor de dinero público a fondo perdido; la banalidad de José López Portillo, capaz de pasar de la ira al llanto en un segundo; la parquedad de Miguel de la Madrid Hurtado, que ejemplificaba al más puro de los Godínez; la perversidad de Carlos Salinas de Gortari, capaz de armar movimientos armados y engañar a todos con ellos; la cultura del esfuerzo que representaba Ernesto Zedillo Ponce de León, pero capaz de hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres; la sandez de Vicente Fox Quesada, tan dicharachero como zopenco, pero engatusador del pueblo durante algunos años; la supuesta dipsomanía de Felipe Calderón Hinojosa, capaz de iniciar una guerra sorda contra el crimen organizado para favorecer a un solo cártel; o la frivolidad de Enrique Peña Nieto, abrigador de cuanto acto de corrupción cometieran sus cercanos.

Hoy, esos jóvenes solo conocen de la narrativa López-Obradorista, esa, que se da golpes de pecho para auto elogiarse en su presunta pureza; esa, que no pierde oportunidad para acusar a todos los antecesores de Don Andrés de todos los pecados políticos y sociales que su diatriba es capaz de proferir, con la intensión de lograr que vuelvan los tiempos del partido hegemónico, casi único, encabezado solo por él, como era en su juventud, cuando era un convencido priísta.

Sin embargo, esa narrativa esconde los vicios políticos de López Obrador, su supuesta izquierda y su insaciable sed de andar de viaje como si siguiera en campaña electoral, parecido a López Mateos; su tiranía e intolerancia, parecida a la Díaz Ordaz; su populismo y dispendio del erario, como el de Echeverría Álvarez; su paso de la ira al lloriqueo, como López Portillo; la parquedad de su adusto gesto, parecido a De la Madrid Hurtado; su incontenible perversidad, como la de Salinas de Gortari; su versión de la cultura del esfuerzo, similar a la de Zedillo Ponce de León, aunque odia a la clase media; su parlanchina verborrea, similar a la de Fox Quesada; su favoritismo a un cártel, similar al de Calderón Hinojosa, curiosamente el mismo; enemigo verbal de la corrupción, aunque a sus cercanos se las tolera y hasta les defiende, parecido a Peña Nieto.

Con todo esto, ¿dónde carambas esta lo diferente de Don Andrés?, es igual a todos los anteriores, se formó en el mismo sistema, no conoce otro, y por eso actúa igual, lo único que le hace diferente, es que es un mendaz más hábil. Los viejos políticos no se han ido, solo renacieron con López Obrador.