SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ - Linea de Contraste

SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ

AMLO, la visita

La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Tlaxcala, el sábado pasado, es fiel reflejo de lo que su administración ha sido para nuestra entidad federativa después de su triunfo en 2018: amor con amor debería pagarse. No ha habido correspondencia.

De hecho, en su discurso del sábado hay suficiente incongruencia en el mandatario nacional, que es imposible ignorarla. Veamos.

Habló de unidad, de estar unidos para gobernar en bien de todo el pueblo. Cada mañana, sin embargo, su llamado no es a la unidad sino a la polarización. Su discurso de dividir entre fifís y chairos, entre conservadores y liberales, sólo ha servido para polarizar a muchos sectores del país, a muchos mexicanos.

Ejemplo de lo anterior es parte del discurso de López Obrador: “quiero agradecer mucho al gobernador de Tlaxcala por trabajar de manera coordinada con el gobierno federal. No podemos estar peleándonos, tenemos que unirnos para apoyar a nuestro pueblo y llevar a la práctica el ideal de que se logre la cuarta transformación”.

Sus palabras, en sí mismas, ignoran por conveniencia el hecho de que una tercera parte de los mandatarios estatales del país decidieron abandonar la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) para crear una asociación propia, denominada Alianza Federalista. El presupuesto de egresos 2021, castiga a los estados y a los municipios con la disminución de importantes recursos económicos, ante lo cual habrá menos obra pública y se debilitarán sectores importantes como la  seguridad pública.

Por si fuera poco, esa misma declaración presidencial representa una verdadera provocación para el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez. Decir que lo ideal es lograr la cuarta transformación, en un territorio gobernado por un militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no puede sino ser una provocación. Esas palabras López Obrador no las pronunció ni en Puebla, donde gobierna uno de los suyos.

La presencia del presidente de la República obedeció a la inauguración de una obra en la que no fueron invertidos recursos federales. Habría que recordar que esa obra pública obedece, de hecho, a un ahorro de recursos estatales que por eso mismo tuvo retrasos considerables, al igual que otras más como el estadio Tlahuicole y el Hospital General de Tlaxcala.

A más de lo anterior, el presupuesto proyectado por el gobierno federal para el estado, el próximo año, pretende una disminución de 468.9 millones de pesos.

Después del respaldo electoral que los tlaxcaltecas le dieron a López Obrador en los comicios de 2018, lo anterior no puede considerarse apoyo para Tlaxcala. No lo es a pesar de los esfuerzos realizados por el gobernador Marco Antonio Mena, quien por su actitud callada, casi omisa, pareciera que ha entregado la plaza con antelación.

Los recursos que se invierten en los diferentes programas federales dentro del territorio estatal, manejados en su mayoría por la Secretaría del Bienestar, cuya delegación en Tlaxcala es manejada por Lorena Cuéllar Cisneros, obedece a una estrategia de clientelismo político-electoral de cara a los comicios del próximo año, en que la mayoría morenista en la Cámara de Diputados estará en juego.

La verdad es dolorosa pero Tlaxcala no es prioridad para López Obrador. El porcentaje electoral para Morena, comparado al de otras entidades federativas como el Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Jalisco o Puebla, desnuda esa dolorosa realidad.